Vivir Machu Picchu
Salir
de vacaciones es desconectarse de lo cotidiano, del trabajo, del ajetreo de las
ciudades, de la gente, del ruido y conectarse con uno mismo “desconectarse para
conectarse” Machu Picchu es un destino ideal para este fin.
Llegar
a Cuzco (la ciudad con aeropuerto, más cercana a Machu Picchu), te trasportará
a la época incaica.
En
los hoteles, te recibirán amablemente con un “mate o té de coca”, que ayudará a
aclimatarte a la altura del lugar (3.399 m)
Recorrer
sus estrechas calles, sus templos y ruinas y comprar algunos recuerdos únicos
del lugar, te llevará al menos dos días.
Luego,
para llegar a la Ciudadela, hay que viajar al Pueblo Machu Picchu o Aguas
Calientes, dos pueblitos pequeños en la base de la montaña sagrada.
Lo mejor es hacerlo por tren, son trenes
turísticos, te recomiendo el “Vista Dome” con techo completamente de vidrio y
amplias ventanillas, son aproximadamente dos horas de viaje y hay que reservar
el ticket con anticipación.
Lo
ideal es alojarte una o dos noches en Aguas Calientes, para poder subir al
menos dos días a la montaña sagrada. Las
entradas a la ciudadela deberás comprarlas con bastante anticipación, al menos
2 a 3 meses (según la época del año), se venden por internet.
Desde
muy temprano salen los buses que te llevan a la ciudadela, el ingreso es a
partir de las seis de la mañana y podes quedarte todo el día recorriendo sus
terrazas, escalinatas, recintos ceremoniales y lugares de vivienda.
Terminarás
a la noche agotada pero feliz, prueba una rica cena peruana y al día siguiente vuelve
a subir a la “Montaña Vieja” (tal el significado de Machu Picchu) y disfruta el
día meditando y absorbiendo las energías que fluyen en el éter de este lugar sagrado.
Conocer
Machu Picchu es una experiencia única! No te la pierdas.
Puedes
completar el viaje conociendo Lima, la capital de Perú o viajar de Cuzco a Puno
e ir al Lago Titicaca para conocer las islas flotantes de los Uros, eso te lo
cuento otro día...
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